Colonialismo del saber y su incidencia en la construcción del eurocentrismo en Latinoamérica
*Bryan Dávila
*Estudiante de V año de la carrera de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, UNAN, Managua
Introducción
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Antes de 1492, los nativos de este
continente que ahora llamamos América, no tenían más paradigmas que seguir que
no fuera el suyo, ni otra lengua que hablar más que la propia, ni otro credo
religioso que obedecer más que el de sus ancestros. Si revisamos la manera de
cómo estaban constituidas las civilizaciones en precolombinas, podremos
constatar que la modernidad no llegó con el colonialismo, sino por el
contrario, ya poseían todo un sistema político y religioso bien definido y
funcional, un dialecto propio, construcciones de ciudades planificadas, sistema
de riego, eran agricultores y cuando Europa incursiona violentamente, pudo observar
a hombres y mujeres que no padecían enfermedades como las que venían con ellos
del viejo continente, hombres bien alimentados, con contextura física sana y
con altos niveles de salubridad e higiene que les permitía seguir viviendo en
ciudades.
Además, existen antiguas inscripciones, representaciones
iconográficas, códices y otros manuscritos que ofrecen testimonios acerca de la
visión de mundo y la sabiduría prevaleciente entre los pueblos náhuatl, maya, tojolabal,
quechua, mapuche, y guaraní por mencionar algunos. (Dussel, Mendieta, & Bohórquez, 2009). En definitiva, la
modernidad que ofreció Europa desde el principio fue un mito, pero no solo eso,
sino ficticia.
Hay que dejar establecido, pues, que
el grado de desarrollo, de sabiduría, de cosmovisión del mundo de todos los
pueblos asentados a lo largo y ancho del continente americano, eran suficiente
como para auto determinarse por sí mismos. Pero cuando el colonialismo llega a
nuestras tierras deconstruye todo ese sistema y a cosifica al nativo, se inicia
un proceso político e ideológico de desvalorización y expropiación de su
pasado. Como se cita en (Restrepo & Rojas,
2010):
“El colonialismo no se contenta con imponer su
ley al presente y al futuro del país dominado. El colonialismo no se contenta
con apretar al pueblo entre sus redes, con vaciar el cerebro del colonizado de
toda forma y de todo contenido. Por una especie de perversión lógica, se
orienta hacia el pasado del pueblo oprimido, lo distorsiona, lo desfigura, lo
aniquila” (46).
En este sentido, se debe apuntalar que,
aunque la dominación colonial se da por dos vías, el derramamiento de sangre,
pero también, por la construcción de un discurso hegemónico que les permita
justificar la colonización. La segunda vía es la que va a incidir directamente
en la cimentación del eurocentrismo que aun padecemos de diversas formas a tal
grado que es un estilo de vida o una forma de vivir del latinoamericano.
Trecientos años de dominación en
contubernio con la Iglesia Católica, fueron suficiente para edificar en el
imaginario de nuestros pueblos, una visión euro centrada. Vale la pena
entonces, analizar algunas variables de este discurso que todavía permanecen
latentemente en nuestras sociedades modernas.
Uno de los ejes del colonialismo fue
el concepto de raza que, aunque tiene carácter y origen puramente colonial, ha
demostrado ser duradero y estable, aun después de desalojar físicamente a los
colonos.
Como se cita en (Restrepo & Rojas, 2010): “La idea de
‘raza’ nace con América y con la distinción entre los europeos como los
superiores y los originarios, de aquí en adelante referidos como indios” (129).
Creando de esta manera, relaciones de superioridad/inferioridad, entre blancos
y negros, explotador y explotado, en suma, europeos y no europeos, y por
supuesto, nacen nuevas identidades sociales como indios, negros, mestizos,
entre otros. Los efectos que produce este fenómeno son las desigualdades
sociales. La nobleza india queda relegada a la esclavitud en primer término y a
la servidumbre a posteriori y los negros reducidos a la esclavitud. Los blancos
por su parte, logrando la dominación, se constituyeron de echo y “derecho” en
los señores.
Esta clasificación social no
desapareció con la colonia, sino que, ciertos privilegiados por la corona
española quedaron siendo los nuevos señores de las tierras, estos son los
nuevos oligarcas, y el campesino, el nuevo indio. El patrón de clasificación social
sigue siendo el mismo con nuevos detentadores del poder.
Con el surgimiento de los estados nacionales
en Latinoamérica, tampoco llegó la modernidad, y a pesar que ofrecía igualdad,
libertad, autonomía de ciudadanos, esta se convirtió en la colonialidad de la modernidad, porque sigue estando fundada en la
idea de raza, siendo más bien una paradoja.
“El problema es, sin embargo, que en América
Latina la perspectiva eurocéntrica fue adoptada por los grupos dominantes como
propia y los llevó a imponer el modelo europeo de formación del Estado-nación
para estructuras de poder organizadas alrededor de relaciones coloniales” (238).
Aquí entra en juego otro concepto importante y
es lo que Aníbal Quijano denomina colonialidad
del poder, que es distinto al colonialismo del poder. Cuando hablamos de colonialidad
del poder, se hace referencia a la búsqueda de tratar de demostrar que la
historia de las gentes, depende de su naturaleza biológica (raza). Aun pueblos
que han sido victoriosos sobre el colonialismo, de sus propias huestes forman
parte de un sistema de dominación.
La iglesia católica, por ejemplo, es
una de las herencias de la Colonialidad del poder. A la par de la espada,
estaba la cruz, todavía siguen creyendo que ellos por ser sacerdotes que tienen
la potestad y autoridad de quitar y poner autoridades en Latinoamérica, se
revisten del poder divino para que, en nombre de Dios los pueblos sigan siendo
sumisos a su voluntad. El rol desempeñado por la Conferencia Episcopal de
Nicaragua CEN, en el intento fallido golpe de Estado es un reciente ejemplo,
pero también podemos ver su beligerancia en golpes de Estado en países como
Brasil, Argentina, Perú, etc. Al final,
este fenómeno se ha arraigado tanto que influye en la forma en cómo se miran,
se consideran y relacionan las personas entre sí.
La Colonialidad del poder alcanza los
estándares euro centrado, cuando provoca la reacción en las personas de
menospreciar su nacionalidad y anhelar ser como el europeo o el estadounidense
últimamente. Sin embargo, más allá de querer ser como el europeo, nuestras
universidades mismas, han sido talleres de ideología y promotoras de un modelo
epistémico moderno/colonial, que es lo que Castro-Gómez denominan Colonialidad del saber. Existe todavía
el deseo de nuestros jóvenes latinos de estudiar en Europa, no es por
casualidad, es simplemente, que seguimos creyendo que la producción de conocimiento
sigue siendo europea, seguimos considerando la superioridad de Europa sobre el
resto del mundo. Una persona que estudia en Europa, regresa pensado que la
epísteme de Europa es la correcta y nos abstraemos de las realidades de
nuestros pueblos (claro está, no todos los casos).
La propuesta no es entonces, una
cruzada en contra de todo el pensamiento de Occidente, para proclamar la
superioridad de una filosofía latinoamericana, tampoco se trata de ir en contra
de toda la ciencia y enaltecer una nueva epísteme.
En este sentido, Restrepo
& Rojas, (2010)
cita a Castro-Gómez así: “Hablamos, más bien, de una ampliación del campo de
visibilidad abierto por la ciencia occidental moderna, dado que ésta fue
incapaz de abrirse a dominios prohibidos, como las emociones, la intimidad, el
sentido común, los conocimientos ancestrales y la corporalidad” (147).
Es decir, la propuesta es estudiar lo
nuestro sin dejar de estudiar lo del otro, es relacionar las epístemes, en un
pensamiento más completo, una forma de enlazar el conocimiento occidental con
otras formas de creación de conocimiento, con el anhelo que la ciencia y la
educación dejen de ser aliados del capitalismo. (Dussel, Mendieta, & Bohórquez, 2009) ya lo mencionaban: “Hay
entonces filosofías en las grandes culturas de la humanidad, con diferentes
estilos y desarrollos, pero todas producen (algunas de manera muy inicial,
otras con alta precisión) una estructura categorial conceptual que debe
llamarse filosófica” (19).
Me permito de este modo, cuestionar, ¿por qué a los
filósofos de Latinoamérica, no les llamamos como tales, sino “pensadores” ?, es
el caso del curso para el que escribo este ensayo, lo denominan “pensamiento
político latinoamericano”. ¿Por qué mejor no le llamamos Filosofía Política
latinoamericana? Los griegos se auto designaron filósofos, los alemanes también,
pero nosotros nos autodenominamos pensadores. De todas maneras, se tiene
conciencia de que la exposición de las filosofías amerindias deberá
desarrollarse mucho en el futuro.
El fin último debe ser entonces,
alcanzar lo que no han logrado nuestros antecesores, que es dar un giro
descolonial. Emanciparnos ideológicamente, del poder colonial y sumergirnos en
la descolonialidad del poder. No podemos
huir fuera de las relaciones de poder, si podemos vivir dentro, pero en contra.
Si no estamos contentos y de acuerdo, entonces debemos cuestionarlas, pero
sobre todo a aquellas relaciones de poder fundadas en la idea de raza. Es una
subversión epistémica en contra posición a una epísteme hegemónica
colonialista.
Dussel, Mendieta,
& Bohórquez, (2009)
Explican que:
“El
concepto de descolonización se refiere a procesos de irrupción o violencia
simbólica, epistémica, y/o material a través de los cuales se intenta restaurar
la humanidad del humano en todos los órdenes de la existencia, de las
relaciones sociales, de los símbolos y del pensamiento” (685).
Debe entenderse, sin embargo, no solo
como luchas políticas específicas, sino la lucha del conjunto de prácticas e ideas
que intentan deshacer la colonialidad y reconstituir el mundo de sentido y de
prácticas humanas. Por mencionar algo, en toda la historia que llevamos como
repúblicas independientes, solamente México y Bolivia han asumido presidentes
aborígenes, grupos étnicos constituidos en los grandes perdedores tras el
proceso de la conquista, quedando sometidos a un estatus socioeconómico y
jurídicamente inferior al del resto de la población. Ellos son Juárez en
México, y Morales en Bolivia.
Conclusiones
Actualmente desde distintas partes del
mundo muchos hombres y mujeres están dedicando sus vidas a esta emancipación
mental de la colonia, en Latinoamérica, existen grandes filósofos y sociólogos
que trabajan en pro de ellos, pero también existen la Asociación Caribeña de
Filosofía, el Foro Social Mundial, y los foros internacionales de filosofía
promovidos por el Ministerio del Poder Popular para la Cultura en la Venezuela,
ejemplos de espacios en las Américas donde se continúan dando diálogos sobre
liberación, emancipación y descolonización, y donde el pensamiento filosófico
descolonizador sigue creciendo hoy. Nuestra carrera debe consolidar este
proceso en Nicaragua, defender la dignidad de nuestro pueblo, defender el
principio de autodeterminación de los pueblos, desde la reflexión y maduración
de ideas cuentapropistas, defender ese posicionamiento hasta recuperar y
dignificar la sabiduría, la cosmovisión de mundo de nuestros filósofos, antes y
durante la Colonialidad, y nunca perder la esperanza de un mundo
poscolonial.
Trabajos
citados
Dussel, E., Mendieta, E., & Bohórquez, C. (2009). El
pensamiento filosófico latinoamericano, del Caribe y “latino” (1300-2000) :
historia, corrientes, temas y filósofos . México: Siglo XXI : Centro de Cooperación Regional para la
Educación de Adultos en América Latina y el Caribe.
Quijano,
A. (2000). Colonialidad del poder, eurocentrismo y Americalatina. Argentina : Gráficas y Servicios.
Restrepo,
E., & Rojas, A. (2010). Inflexión decolonial: fuentes, conceptos y
cuestionamientos. Popayán,
Colombia: Editorial Universidad del Cauca.
Exelente trabajo...!! Me encantó
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